Por Fernando Buen Abad
Más complicado que nos roben las herramientas de producción comunicacional es que logren robarnos el campo simbólico.
Cuando se adueñen de ese territorio ellos nos dirán lo que tiene que gustarnos, qué palabras tenemos que usar para denominar qué y entonces tendremos que vivir y medir la vida como ellos quieren.
En nombre de Marx y de Lenin, Stalin traicionó a la Revolución Bolchevique. Hitler se hizo llamar “socialista”. En nombre de la Revolución Francesa, Napoleón se erigió en Emperador.
Los Bancos dicen ser instituciones de la “confianza” cuando son ladrones incontrolables de cuello blanco.
En nombre de los pueblos, miles de partidos políticos burgueses agitan blasones filantrópicos para camuflar sus fábricas de gerentes serviles a las oligarquías.
Nada más burgués y anti-pueblo que el “Partido Popular” de España.
Algunos sectores de la derecha golpista venezolana ahora acarician el sueño de usar al comandante Hugo Chávez y al socialismo para descarrilar la Revolución Socialista de Venezuela.
La ideología de la clase dominante en una gran maquinaria de mentiras, suplantaciones y desfalcos de todo tipo. A veces NO hace falta que te mientan. Basta con que te “enseñen” a “ver” el mundo como lo miran ellos para enceguecerte.
Derrota ideológica es “ver” el mundo con ojos de la burguesía, medir y valorar con reglas de ellos, llorar sus penas y celebrar sus fiestas.
El colmo es que uno aplauda a su verdugo, se vuelva manso ante sus castigos y aceptar que tiene razón en victimarnos.
Y peor derrota ideológica sería ver cómo -por nuestros descuidos- ellos usurpan nuestras banderas para asesinar nuestras mejores luchas.
Nuestras “cabezas y corazones” son campos de batallas semánticas, libradas día y noche, bajo el relampagueo incesante de la lucha de clases.
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