Por Rafael Flores*
La violencia que escaló en febrero, contra la Revolución Bolivariana, fracasó. Aún así continuó hasta ayer y tal insistencia, en mantener a toda costa la violencia, sin posibilidades de que ésta derroque al Gobierno del Presidente Maduro, es un empeño desesperado del imperio, para encontrar motivos y acusar, por violación de los Derechos Humanos, al Líder y Presidente de los venezolanos. Que el imperio y sus lacayos insistan en asesinar a nuestros guardias nacionales bolivarianos, a humildes trabajadores e incluso a militantes de la oposición, a pesar de la creciente indignación del pueblo todo, es una demostración de esa intención, expuesta por el jefe del imperio Obama, su secretario Kerry y por algunos de sus lacayos.
Frente a esa determinación, nuestro Líder y Presidente Nicolás Maduro debe guardar discreción y no referirse a medidas que el Gobierno vaya a tomar contra asesinos y violentos. Es de máxima prioridad preservar la percepción de la integridad moral de nuestro líder, frente al empeño en acusarle falsamente. Como su pueblo debemos exigir que evite la manipulación mediática de sus expresiones, para desacreditar actos del Gobierno Revolucionario frente a la violencia criminal, o que aprovechen alguna declaración, del Líder Presidente, para que mercenarios imperiales ejecuten alguna acción que pueda ser atribuida al Gobierno y enmarcada en sus declaraciones.
Los venezolanos necesitamos participar comunicacionalmente en vivo con nuestro líder, más en momentos como éste, cuando el imperialismo y sus lacayos atacan nuestra economía, nuestros alimentos y medicamentos y ahora asesinan y destruyen nuestra infraestructura; sin embargo, no necesitamos que nuestro Presidente hable de medidas contra los criminales y violentos. Las medidas que hayan de ser tomadas que se tomen en el marco de la Constitución y de la Leyes y si se debe prevenir a la población, sobre alguna acción, que lo haga el poder al que corresponde la persecución del crimen, de la violencia o el proceso de la justicia.
Por otra parte, es necesario separar la defensa de la nación de la persecución a la delincuencia criminal. Que nuestro Ejército Libertador y nuestra Guardia Nacional Bolivariana, plenamente identificados los soldados de nuestra patria, enfrenten a mercenarios extranjeros, invasores, a traidores entre ellos, a francotiradores quienes asesinan a nuestros guardias nacionales y a ciudadanos inocentes. Se trata de una guerra, en la que no se debe dar cabida a órganos policiales, cuya presencia da lugar a confusiones mediáticas y a la infiltración entre los nuestros de agentes al servicio del imperio. Que nuestros altos mandos militares sean quienes se refieran a las acciones de esta guerra, la denuncien, la enfrenten; Dios Todopoderoso conoce el sentido de justicia y libertad por los que históricamente han luchado nuestros soldados, lo conoce la humanidad y lo siente en sus entrañas nuestro pueblo; no habrá dudas acerca de sus actos y declaraciones.
Dejemos por su parte a los órganos policiales uniformados perseguir a la delincuencia y es hora de intervenir ese cáncer que corrompe cuanto se le incorpora nuevo o cuanto se crea a su alrededor, que es la policía de investigación criminal. Que el venezolano se cuide más de ella, que del delincuente, es un secreto a voces ¿Ignora el Gobierno esta grotesca realidad?
*capitán de altura y productor agrícola (eveliseyrafael@hotmail.com)
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